Por esta tierra, como un fantasma
vagaba de puerta en puerta.
En sus manos, un laúd
que tañía dulcemente.
En sus melodías soñadoras
como un rayo de sol,
se sentía la pura verdad
y el amor divino.
La voz hizo latir los corazones
de muchos,
corazones que se habían
petrificado.
Iluminó las mentes de muchos,
mentes que habían sido arrojadas
a la oscuridad.
Pero en vez de gloria,
donde el arpa tañía,
la muchedumbre le servía al paria
un vaso lleno de veneno...
Y le decían: "Bebe esto,
maldito seas,
¡que este es tu destino!
¡No queremos tu verdad.
ni tus sonidos divinos!
Soselo (Stalin)
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